Y no estamos hablando de la etimología de la palabra.
Nos referimos más bien a por qué a ese dispositivo móvil tan conocido se le puso ese nombre.
Una de las
Los Amos, para usar un eufemismo (palabra políticamente
más correcta, que suena más bonito), le llamaban “BlackBerry” (cereza
negra) porque se asemejaba a dicha fruta. Ese era el símbolo antiguo de
esclavitud que decía que estaría forzado a dejar su vida hasta perecer
sin poder escapar en esos campos de siembra.
En los tiempos modernos, a los nuevos empleados no se les puede amarrar
una bola de hierro para que no escapen, en cambio, se les da un
“BlackBerry” y quedan inalámbricamente atados con ese grillete, que al igual que los esclavos, no pueden dejar de lado y que los tiene atados al trabajo todo el tiempo. Es el símbolo moderno de la esclavitud.
Todos los gerentes y directores están pegados a la dichosa maquinita
todo el tiempo, como adicción; en el baño, en el auto, en el cine, en la
cena, al dormirse y no hay forma de escapar cuando llama el jefe o
cuando te mandan correos. No hay manera de decir que no te llegó o que
no escuchaste porque este teléfono chismoso te avisa si llamaron y no
contestaste, si tenés mensajes por leer, si los leíste y si los demás
abrieron tus correos, te marca citas, horarios, te despierta, se apaga
solo, se prende solo, y te permite estar idiotizado horas en la
internet, mientras tu esposa, esposo, novia o novio y tus hijos y
familia te reclaman porque no les ponés atención. Y ahí los ves,
modernos ejecutivos que se sienten muy importantes porque “el jefe” les
dio su “BlackBerry” para que no escapen de los campos de trabajo.
Marguerite Yurcenar, en su magnífico libro "Memorias de Adriano", escribió:
"Dudo que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud, a lo sumo le cambiarán el nombre".
No habrían podido pensar un nombre mejor, ¿no es cierto?
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